Esta semana, la primera de agosto, como cada año, estamos celebrando la Semana Mundial de la Lactancia Materna.

Como para todas esas cosas en la vida de las que hay que tomar conciencia, se utiliza un «Día de…», la lactancia materna es algo tan vulnerable y tan necesario proteger, que se le dedica una semana entera.
Posiblemente, si te mueves en torno a la maternidad, habrás visto esta imagen inundando las redes esta semana.

Y es que sí, la lactancia materna necesita protección, y esa es la llamada a la acción que nos hace la WABA (World Alliance for Breastfeeding Action, o lo que es lo mismo la Alianza Mundial Pro-Lactancia Materna).

La industria de la alimentación infantil invierte millones en publicitar la lactancia artificial, hasta tal punto que existe un Código de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna  (el enlace te lleva al documento que publicó la AEPED en 2016 al respecto)

La leche materna es el alimento que el bebé espera recibir cuando nace, está hecho a su medida, cubre de manera perfectamente equilibrada todos los requerimientos nutricionales del bebé hasta que está listo para iniciar la alimentación complementaria. Y sigue siendo su alimento principal durante el primer año de vida, periodo en el que la alimentación complementaria  no debería sustituir ni desplazar ninguna toma de leche. De manera que primero le damos al bebé su toma de leche, y luego le ofrecemos los otros alimentos. Lo de «dale teta de postre» ya no se lleva. La teta es el plato principal, y el resto, de postre. Si come más sólido, bien. Y si come menos, también. Y estamos tranquilos, porque el bebé, con la teta, está bien alimentado.

La lactancia materna (y la artificial) debe ser siempre a demanda del bebé. Es a partir del primer año cuando la comida va desplazando de forma paulatina a la leche (el segundo año de vida la leche debe suponer alrededor del 40% de todo lo que come el bebé).

Proteger la lactancia materna no es una tarea que se pueda llevar a cabo de manera individual, no es tarea de «las locas de la teta», ni de los grupos de apoyo, que han sufrido terriblemente las consecuencias de la pandemia, ya que el apoyo madre a madre, que es tan sumamente importante durante el puerperio se ha visto reducido a grupos de whatsapp, privándonos de la maravillosa experiencia que  es compartir con otras madres y otras familias.

Proteger la lactancia materna debería ser prioridad de los gobiernos. Garantizar que a las familias se les brinda información, medios, apoyo y recursos para que puedan elegir libremente la alimentación que desean para sus hijos. Que el personal sanitario proteja, promueva y acompañe la lactancia, sin suponer interferencias, con la formación necesaria para llevar a cabo un manejo clínico correcto.

Proteger la lactancia materna es responsabilidad también del entorno familiar y social de las madres. Los familiares y amigos, que tantas veces interfieren, con comentarios innecesarios que pueden hacer mucho daño a esa mamá. Que ninguna mujer tenga que aguantar miradas no comentarios, que a ninguna madre se la invite a abandonar un establecimiento porque su bebé está mamando.

Proteger la lactancia materna es responsabilidad de todos.

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