la_transicion_a_solidos_son_los_padres
 

La transición a sólidos es otro de los grandes engaños a los que nos han sometido.

 
Al año se recomienda que los bebés hayan dejado los triturados, y coman sólido, como el resto de la familia. Es fundamental que con un año tengan la oportunidad de masticar, para garantizar un correcto desarrollo maxilofacial.
 
Un bebé que es alimentado con papillas al inicio de la ablactación no necesita hacer ningún tipo de transición a sólidos: No tienes que hacer el pino puente, porque tu bebé no va a confundir un trozo de pan con puré de pera, ya que al introducirse en la boca el trozo de pan notará que su textura, que su forma, que su consistencia es diferente a la del puré, la papilla, el agua o la leche. El cuerpo humano es un mecanismo perfectamente desarrollado, y el hecho de que no pudiéramos distinguir líquidos de sólidos sería un grave fallo de diseño. No es el caso.
 
Los bebés no son tontos, son las personas con más capacidad de adaptación a entornos cambiantes. Tu bebé es capaz de adaptarse a los cambios mucho mejor que tú, créeme. La necesidad de transición no es del bebé, es sólo tuya. Así que no des por hecho que el bebé va a confundir la textura de un filete con la de una papilla, porque no es así.
Además, atendiendo al desarrollo y la evolución del bebé, entre los 6 y los 10 meses hay una ventana de la oportunidad, un periodo de tiempo en el que su curiosidad y sus reflejos trabajan en equipo. El reflejo de deglución le permite tragar cualquier líquido sin problema. El reflejo de mordida se activa en cuanto hay sólidos que están en contacto con la encía. El reflejo de arcada no se ha instalado aún a la altura de la campanilla, sino hacia el inicio del tercio posterior de la lengua, con lo que, cuando llega un trozo demasiado complicado de gestionar, una arcada lo lleva hacia afuera, minimizando el riesgo de atragantamiento.una arcada lo lleva hacia afuera, minimizando el riesgo de atragantamiento. 
 
Simplemente ofrécele trozos que sea capaz de gestionar: al principio, grandes, que pueda agarrar con su puño y llevarse a la boca lo que sobresalga.
 
Una vez que haya aprendido a morder y a gestionar trozos grandes de comida (no te asustes con las arcadas porque hará muchas hasta que aprenda a gestionar el sólido en la boca), podrás empezar a ofrecerle trocitos más pequeños, porque, además, ya tendrá capacidad para hacer la pinza: será muy entretenido para él llevarse los trozos de uno en uno a la boca.

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